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Desde hace años, diferentes estudios científicos vienen demostrando que el consumo de aceites de oliva tiene un efecto beneficioso sobre la salud humana. Pero faltaba un gran estudio que fuera capaz de cuantificar hasta qué punto su ingesta diaria, dentro de una Dieta Mediterránea, podía ayudar a prevenir accidentes cardiovasculares. De esa inquietud nació el Estudio PREDIMED: “Efectos de la Dieta Mediterránea en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular”.

Sus resultados se acaban de publicar en New England Journal of Medicine y no podían ser más concluyentes: “Una dieta rica en aceite de oliva virgen extra reduce un 30% el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares”. Entre ellas, el infarto de miocardio o el derrame cerebral (ictus), a día de hoy, primeras causas de muerte en los países industrializados Al igual que con el aceite de oliva virgen extra, se han demostrado similares conclusiones con los frutos secos (nueces, almendras y avellanas).

Hay que destacar que el estudio PREDIMED no compara los beneficios de esta dieta, que tiene su base en el aceite de oliva virgen extra (50g al día), con la dieta normal de un occidental, sino que se ha tomado como referencia una dieta baja en grasa, que es la que normalmente los médicos prescriben a aquellas personas con riesgo de padecer un accidente cardiovascular. Me pregunto si los resultados hubieran sido aún más espectaculares si esa comparación se hubiera realizado con personas “normales”, con dietas sin controlar.

En el Estudio PREDIMED, realizado entre los años 2003 y 2011, participaron 17 grupos de investigación con un total de 7.457 voluntarios entre 55 y 80 años con alto riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Se dividieron en tres grupos. Dos de esos grupos tenían asignada una Dieta Mediterránea, una con aceite de oliva virgen extra (50g al día) y la otra con frutos secos (30 g al día). Al tercer grupo se le asignó una dieta baja en grasas. Tras cinco años de seguimiento se ha demostrado que esta última dieta no cumple las expectativas que los médicos habían puesto en ella.

Es curioso pero, no con medicaciones caras ni con intervenciones de alta tecnología, si no con algo tan sencillo como seguir la dieta de nuestros abuelos, la Dieta Mediterránea clásica, se puede conseguir este efecto preventivo; porque más importante que alimentos particulares es la combinación de todos ellos. De este modo, nuestro patrón alimenticio, ya declarado patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, recibe un espaldarazo científico importantísimo. Sólo nos quedaría ponerlo en práctica.

En este sentido, la comunidad médica internacional y lo que es más importante, la ciudadanía en general, deberemos tomar buena nota de estos resultados y obrar en consecuencia, optando por nuestra Dieta Mediterránea, a la vez tan cercana pero tan olvidada últimamente: “comer de todo, no abusar de nada, comer de temporada y algo de ejercicio diario” . ¿Os apuntáis?