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Cada vez hay más familias agricultoras y dueños de olivos que prefieren su propio aceite hecho en almazaras artesanales
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03 de diciembre de 2013
Valencia
LAs provincias

Las muelas cónicas de piedra y la prensa hidráulica son iguales a muchas de las que se exhiben hoy para decorar rotondas y jardines, pero la diferencia es que estas, en vez de haber acabado en algún anticuario, siguen cumpliendo perfectamente su función de siempre: molturar olivas y prensarlas para obtener el mejor aceite virgen de la forma más natural, la de toda la vida.De la veterana almazara de Eduardo 'Barcha' en Navarrés sólo sale el jugo puro de las olivas prensadas y el orujo seco residual, que antes se lo llevaban empresas que obtenían de él aceite de orujo para refinarlo y ahora lo adquiere un fabricante de ladrillos de Turís que lo utiliza como combustible de sus hornos.Salvo los esportines (o capachos), que son las piezas planas que soportan la pila de pasta de olivas trituradas, para colocarla en la prensa, todo lo demás sigue igual que muchas décadas atrás. Los esportines eran antes de esparto pero ahora son de tejido plástico, que son más firmes y seguros y se lavan mejor.La prensa luce su marca de origen: 'El Vulcano'. La hicieron a principios del siglo pasado los Hermanos Rodes, en Alcoi, un taller que desapareció hace tiempo, como tantos del mismo porte, si bien todavía hay mecánicos alcoyanos que realizan operaciones de mantenimiento de este tipo de instalaciones, porque cada vez hay más familias de agricultores y pequeños dueños de olivos que prefieren consumir en casa su propio aceite, exprimido en almazaras tradicionales como ésta, que así cobran renovada vida.Hace poco tiempo, los mecánicos cambiaron el cilindro hidráulico de la prensa para ganar potencia. Lo idóneo es acercarse a las 450 atmósferas de presión para sacar el jugo de las olivas. La bomba de pistones que facilita esta presión data de la misma época, es casi centenaria, y Eduardo Sanz 'Barcha' explica una peculiaridad: el fluido del sistema es agua, no aceite mineral. Es por seguridad, porque si hubiera una fuga se contaminaría el aceite comestible y se tendría que tirar. Así sólo entraría agua, como la que llevan las olivas, que se decanta tras el prensado.Parece mentira que hasta el vetusto motor eléctrico que mueve los grandes engranajes de la bomba lleve tanto tiempo en perfecto funcionamiento. Aún es el original. Sin embargo el que hace rodar las tres muelas cónicas de piedra hubo que cambiarlo porque se quemó.Mientras Eduardo hijo retira los esportines de una prensada, con la eficaz ayuda de Carlos y Camilo, el padre explica que esta almazara familiar la fundó en 1911 el bisabuelo, que tuvo que emigrar a la Argentina en busca de trabajo y ahorró un pequeño capital para regresar y hacer la inversión. Allá en Buenos Aires trabajó de hornero.Teresa Sanz, la hija de Eduardo, también está en la almazara, atendiendo las cuentas de cada partida.Los agricultores suelen traer pequeñas cantidades de olivas. En la prensa caben 800 kilos repartidos entre 64 esportines, pero se pueden prensar varias partidas a la vez, separando cada una con piezas circulares de metal que recogen el aceite de cada cual.Primero se moltura la oliva en las muelas, luego se coloca la pasta en los esportines y la pila de 64 se conduce a la prensa El Vulcano por unos raíles. Una vez montado el conjunto, se pone en marcha la bomba que va apretando el conjunto. El aceite comienza a resbalar y la pila se va estrechando paulatinamente. Una vez en el depósito, tras decantarse, se recoge a mano y se envasa.La almazara cobra 15 céntimos por kilo de olivas y se puede pagar en metálico o en especie, porque hay a quien le sobra producción para sus necesidades del año. El aceite que se queda allí lo venden a clientes que buscan esta exquisitez

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