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La estrategia empresarial de Pallarés Hermanos en la industria y el comercio oleícolas. Cuestión de propaganda
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01 de abril de 2013
Cabra (Córdoba)
José Moreno

La historiadora egabrense Lourdes Pérez Moral participa en el libro "El Patrimonio Oleícola"

“La estrategia empresarial de Pallarés Hermanos en la industria y el comercio oleícolas. Cuestión de propaganda” ha sido el tema escogido por la historiadora egabrense Lourdes Pérez Moral, para participar en la obra “El Patrimonio Oleícola”.

En este trabajo de investigación, coordinado por Yolanda López Gálvez, Francisco Montes Tubío y Alberto Moreno Vega, se presenta a lo largo de 14 capítulos realizados por una veintena de autores, la importancia de este patrimonio a lo largo de toda España con una exhaustiva información que va desde maquinaria relacionada con el aceite al paisaje del olivar pasando por la arquitectura oleícola o el cooperativismo, entre otros.


Un libro que fue presentado el pasado viernes 19 de abril por el propio Alberto Moreno Vega, en el transcurso del acto conmemorativo del primer centenario de la construcción de las antiguas Bodegas Cordobesas de Pallarés, donde desde hace 30 años tiene su sede la almazara de Hecoliva que dirigen los hermanos Cobo Ávila.



A modo de resumen la historiadora, autora de "La Casa Pallarés. Familia y negocio oleícola", apunta lo siguiente:



“Aunque España fuera el primer país productor de aceite, no vendía más porque no se tomaba la molestia de exportarlo a diferencia de otros países. Era cuestión de propaganda. Así de simple. El empresario español debía ampararse en el slogan “quién más anuncia más vende” para introducir un producto donde el consumo no sólo era desconocido sino también escaso. Era inútil producir bien y aun fabricar mejor si no se sabía vender. Esta falta de visión comercial, con independencia de la apatía imperante del gobierno de turno, era más que evidente en tanto en cuanto se adolecía de los conocimientos suficientes para rentabilizar cualidades y procedimientos pero, claro, había excepciones que servían para confirmar la regla general: empresarios que buscaban mercados. Qué duda cabe que esta capacidad era la que podía servir de ejemplo para aquellos que, abstraídos en el negocio, no se preocupaban de lo que verdaderamente podía favorecer su industria mañana.



Pallarés Hermanos fue una de ellas al desarrollar la propaganda hasta límites in-sospechados en un sector, como el oleícola, siempre disperso, amplio y atiborrado de intereses contrapuestos. Cuando en 1932 la comisión mixta del aceite -dependiente del entonces Ministerio de Agricultura, Industria y Comercio- propuso la creación de una oficina de propaganda del aceite, ellos ya habían puntualizado la necesidad de precisar cual era la capacidad de consumo en los mercados extranjeros, la posible fuerza de absorción futura en cada uno habida cuenta de sus condiciones económicas, costumbres y gustos, así como, el promedio anual de aceite de oliva que España poseía en disposición de venta por exceso progresivo entre producción y consumo nacionales. Para Pallarés Hermanos, la finalidad a la que debía aspirar la oficina de propaganda del aceite, no podía ser otra que la de establecer una eficaz y creciente penetración comercial en los mercados y atraer simultáneamente la preferencia del consumidor hasta acreditar, en grado satisfactorio, las excelentes cualidades del producto”.

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