Tras un fin de semana lleno de propuestas y actividades relacionadas con el aceite, la capital cultural del Matarraña cerró ayer la vigésimo sexta feria del sector con más de 3.500 visitas. Además de resultar una de las citas más concurridas de los últimos años, el evento sirvió para valorar la situación del producto local. El aceite bajoaragonés tiene una indiscutible calidad aunque con un listado de retos pendientes para el futuro. Cómo conseguir esos objetivos fue el interrogante que guió el debate entre los participantes en la XXVIII Feria del Aceite y el Olivo de Calaceite, que abrió ayer. Productores y comercializadores son conscientes de que tienen varios frentes abiertos a los que deben plantar cara si quieren que en un futuro el sector sea rentable. Por un lado, se mantiene la endémica reivindicación de los precios.
Por otro lado, urge consolidar una cultura del aceite de oliva a nivel local al mismo tiempo que se trabaja para exportar. Para muchos responsables del sector agroalimentario, resulta casi un agravio importante que consumidores y empresarios hosteleros del territorio no apuesten por sus productos.
En el caso del aceite, la tendencia podría invertir de cara al próximo año, cuando se prevé que una nueva normativa europea obligue a bares y restaurantes a prescindir de las aceiteras rellenables. Los establecimientos deberán servir el producto en su correspondiente botella de un solo uso y con la etiqueta de su marca y procedencia.
Este reglamento surge de décadas de presión por parte de las principales Denominaciones de Origen y de federaciones de productores oleícolas y ya ha sido aprobado por la Comisión Europea. Falta la ratificación del Parlamento de la UE.
Objetivo: exportación
El mercado nacional supone un 90% aproximadamente del total de las ventas. Pese a existir clientes consolidados tanto en el territorio como en el eje Barcelona-Zaragoza-Valencia, las empresas miran al exterior para paliar las dificultades internas. La mayoría de ellas ya son apreciadas en el exterior. Y prácticamente todas han remitido muestras gratuitas a países europeos o asiáticos.
La calaceitana Mas de Flandí vende a Francia e Inglaterra. En el caso del último país, menos dado a consumir aceite de oliva, el empresario Eduard Susanna aclara que «se ha expandido mucho la demanda y hay cada vez más ingleses interesados en el aceite de oliva».