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UN EXORCISMO CON ACEITE DE OLIVA

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Los historiadores Francisco Egaña y Pompeyo Martín publican un trabajo sobre el conjuro que se practicó a una joven en el convento de Santa Cruz la Real en el año 1614.

De vez en cuando, el abnegado trabajo de los historiadores proporciona una grata sorpresa, como la que se llevó Francisco Egaña en el Archivo Diocesano de Segovia al descubrir un exorcismo practicado en el convento de Santa Cruz la Real en el año 1614.

De acuerdo con el documento hallado, en cuya transcripción ha intervenido Pompeyo Martín, el exorcismo fue practicado por el vicario del convento de Santa Cruz la Real, fray Juan González, a una moza de Segovia, María Fernández, por intercesión de Nuestra Señora de la Guía.

A esta imagen, que gozaba de gran veneración en Santa Cruz la Real, se atribuyen infinidad de milagros. Así, Lorenzo Calvete, en su “Historia de la vida del glorioso San Frutos” (1610), consigna el poder sanador del aceite de su lámpara. También de aquella época, 1613, es la “Historia de Santo Domingo y de su Orden de Predicadores”, donde fray Juan López asegura que a través de la unción con el aceite de su lámpara “cobraron vista ciegos, tullidos salud, y sanaron otros de heridas mortales”.

Pero, a tenor del exorcismo, Nuestra Señora de la Guía no curaba únicamente cuerpos, sino también almas.

Martín Fernández, un hacedor de paños con domicilio en la parroquia de Santa Eulalia, llevó el 10 de mayo a María Fernández, criada suya, al convento de Santa Cruz la Real para que la conjurasen. Allí, fray Juan González la condujo a la capilla de Nuestra Señora de la Guía, donde tuvo lugar el exorcismo, labor que resultó ardua, pues el demonio “se mostraba rebelde”. Por consejo de dos de los presentes, fray Juan de Idiáquez y fray Andrés Pérez, se bajó el manto de Nuestra Señora de la Guía para colocárselo a la endemoniada y, seguidamente, se untó a la muchacha con el aceite de la lámpara de la imagen.

Dijo finalmente fray Juan González: “En nombre de Nuestra Señora de la Guía y por los milagros que ha hecho con este aceite te mando que dejes a esta criatura de Dios”.

Entonces, la endemoniada “hizo ruido como que quería arrancar algo del pecho”. Inmediatamente, se cayó hacia atrás y, como espantada, dijo: “¡Ay Dios!, ¿y quién me ha traído entre estos señores?”, entendiendo los presentes que el demonio acababa de salir en ese momento de ella. Unas mujeres que allí estaban la dijeron, “por no desconsolarla”, que había ido al convento de Santa Cruz la Real “con una muy grande calentura” y que diese gracias a Nuestra Señora de la Guía “que la había dado salud”. Y luego el prior mandó a todo el convento diese gracias a Dios y a la Virgen, como así hicieron.

Nuestra Señora de la Guía, cuya devoción arranca, a juicio de Egaña, a finales del siglo XVI, habría de desaparecer más tarde, a raíz de los convulsos acontecimientos vividos por la comunidad dominica a principios del siglo XIX, con motivo de la Guerra de la Independencia. Sin embargo, de aquella imagen de piedra quedó un grabado, conservado en el Archivo de la Catedral de Segovia y ahora dado a conocer por los historiadores Egaña y Martín en un trabajo titulado “Un exorcismo en el convento de Santa Cruz la Real de Segovia, en el año 1614”, publicado por la editorial San Esteban de Salamanca como separata de “Archivo Dominicano. XXIX. 2008”.

FUENTE: Guillermo Herrero (Segovia) www.eladelantado.com

A Ntra. Sra. de la Guía se atribuyen milagros
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