El aceite de oliva virgen extra es un alimento vivo, repleto de propiedades organolépticas y saludables, pero puede estropearse con facilidad si no se conocen unas premisas básicas en cuanto a su conservación.
De nada nos sirve comprar un magnífico producto si luego nos despreocupamos de él. Después del enorme esfuerzo que hay que realizar para elaborar un producto de altísima calidad, lo podemos fastidiar con solo dejar el recipiente abierto o expuesto al sol.
Por ello, desde esta columna recomendamos que no se deban comprar grandes cantidades para uso doméstico, lo mejor es ir adquiriéndolo a medida que nos va haciendo falta. Existe la costumbre de comprar aceite para todo el año. Quienes hacen esto, deben saber que la última botella o garrafa que se abra no tendrá nada que ver con el aceite fresco de primeros de campaña. Éste, donde mejor se conserva es en la bodega de la almazara, con unas condiciones óptimas de temperatura, luz, humedad…
Una vez en casa, es conveniente y aconsejable mantenerlo alejado de la luz solar, su peor enemigo y siempre con el tapón cerrado. Al dejar un recipiente de aceite de oliva virgen extra abierto en la cocina, nos exponemos a que se enrancie rápidamente, pues el oxigeno acelera su oxidación, o bien, a que absorba todos los aromas de los productos que estemos cocinando, gracias a su facilidad por captar cualquier olor, lo cual puede afectar a sus características organolépticas.
Además, la temperatura óptima de conservación se sitúa en torno a los 15ºC, siendo más perjudicial el calor excesivo que las bajas temperaturas. Es más, con las bajas temperaturas puede llegar a espesarse de forma temporal, sin que ello perjudique su calidad.
Al ser el zumo natural de un fruto, el Oro Líquido no mejora con el paso del tiempo. A partir del año de elaboración, puede empezar a perder propiedades organolépticas; si bien este límite temporal va a depender entre otros factores, de la variedad de aceitunas utilizada, siendo la picual una de las más estables y la arbequina una de las más lábiles.
Las almazaras que más cuidan el aceite ya indican la fecha de la campaña, y es un ejemplo que deberían seguir el resto de envasadores. Así nos daremos cuenta de si el producto es “fresco”. A nadie se le ocurriría comprar un alimento con una fecha de caducidad vencida.
El Oro Líquido necesita de un lugar siempre fresco, sin grandes cambios de temperaturas y en oscuridad. Se degrada rápidamente con el calor y la luz y desde el campo hasta nuestro paladar, coge sabor de todo lo que le rodea. No se les olvide tapar los recipientes que conservan a este alimento imprescindible de nuestra Dieta Mediterránea y recuerde que, mientras antes lo consuma, mayor placer le causará.