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Desde hace milenios, el olivar es un cultivo fundamental para la economía de muchos pueblos. Además desempeña un papel muy importante desde el punto de vista medioambiental. En nuestro entorno más cercano constituye el bosque cultivado más extenso mantenido por la mano del hombre. En comarcas malagueñas como la del Nororma constituye un verdadero monocultivo y en otras comarcas de fuertes pendientes como la de La Axarquía, viene a representar un verdadero bosque protector contra el efecto de la erosión. Junto a su rentabilidad económica representa una clara rentabilidad ecológica y medio ambiental.

Algunos olivares simulan un ejército bien formado y alineado donde no hay cabida a la improvisación; otros carecen de orden alguno y muestran una asimetría casi perfecta donde olivos, suelos, lindes, arroyos, bancales, roquedos, flora y fauna forman un ecosistema casi perfecto que baila al son de la climatología y de las manos de sus más humildes cuidadores; sabias tareas heredadas y transmitidas desde tiempos inmemoriales… labrado, abonado, desvareto o la más importante, la poda. Ya lo dice el refrán: “Si alguna vez me olvidares, pódame aunque no me ares”.

El olivar no es un simple cultivo, su aprovechamiento adehesado, extensivo y la gran longevidad que alcanzan los olivos, favorece la presencia de una variada flora y fauna silvestre, que le otorgan un exuberante valor biológico. En una hectárea de olivar podemos encontrar con facilidad 100 especies. El olivar podría ser calificado como un bosque aclarado de acebuches.

Su característico microclima y la facilidad para encontrar alimento, anima la presencia de numerosas especies de invertebrados y de vertebrados. Destacan las aves, aunque también suelen estar presentes mamíferos, reptiles o anfibios. Ya lo dice el refranero sabio: “Mientras tengan frutos los olivos, serán sus amigos los estorninos”, y qué decir de uno de los más conocidos: “Cada mochuelo a su olivo”. El olivar es fuente de sustento alimenticio y de hábitat de una gran cantidad de avifauna y durante todo el año se disfruta de sus colores y cantos mientras se laborean los olivos. Las aves benefician a la agricultura convirtiéndose en un verdadero aliado contra plagas de insectos y en verdaderas agricultoras al diseminar sus huesos de los que nacerán acebuches, olivos silvestres, de frutos más pequeños que los olivos, la variedad cultivada obtenida mediante esquejes. Las aves representan un verdadero indicador del estado de salud del olivar. Algunas de ellas como la perdiz, la tórtola o el zorzal, son especies cinegéticas muy reclamadas por amantes de la naturaleza, los silvestristas y los cazadores.

Si hubiera que buscarle algún pero al olivar sería aquella que tiene que ver con la estación primaveral donde las miles de partículas microscópicas de polen se convierten en un verdadero fastidio para los alérgicos. Lo demás es un verdadero pulmón que beneficia a nuestro planeta. Respetemos por tanto al mayor bosque español de origen antropógeno, que además nos ofrece un descendiente único, el “aceite de oliva virgen extra, la fuente por donde vuelve al corazón el alma de la tierra”.