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Huesca; RUTA CIRCULAR POR EL VIÑEDO, MOLINO DE ACEITE Y CASTILSABÁS

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Amanece, los dorados destellos solares se filtran entre las nubes tornándolas de tintes rojizos, marcándonos el inicio de una nueva jornada, la resplandeciente luna se fue apagando ya hace unas horas difuminándose en la pureza del cielo azul, nosotros con la finalidad de disfrutar de la belleza del paisaje, de la arquitectura, de la cultura, de la historia,……..y conocer un poco más nuestra tierra tomamos rumbo al Viñedo, punto desde el cual se pueden realizar varias excursiones señalizadas recientemente. Saliendo desde Huesca tomamos la N-240, nos desviamos a la altura del Estrecho Quinto dirección Loporzano, vial que en pocos minutos nos deja en las inmediaciones de la ermita de Nuestra Señora del Viñedo. Estacionamos nuestro vehículo en el aparcamiento situado delante de un reducido olivar, el gran diámetro de alguno de sus troncos nos habla de su longevidad.

El calendario marca el mes de enero, el rigor del invierno ha llegado, las bajas temperaturas nos conceden una tregua, asoma el dorado sol tan venerado por el hombre a lo largo de la historia, como así lo manifiestan la multitud de símbolos plasmados en las construcciones, sus rayos una vez más inciden en nuestra tez contrarrestando en cierto modo la frialdad de las primeras horas de una gélida mañana invernal.

Nos aproximamos hasta el edificio de la ermita, su puerta de entrada bajo arco de medio punto, con arquivoltas, paredes de sillería, también está presente el ladrillo en el campanario, un reloj de sol marca las horas, aunque a juzgar por la tranquilidad del enclave poca trascendencia parece tener el paso del tiempo. Consultamos un folleto de la Hoya de Huesca: " planta de cruz latina con capillas laterales, está cubierta con bóveda de lunetos y sobre el crucero hay cúpula sobre pechinas".

En el entorno próximo se emplaza el molino de aceite, nos acercamos hasta él, atravesamos un bonito pasadizo cuya bóveda la conforman las entrelazadas ramas de las carrascas, el suelo teñido de marrón de las bellotas, en pocos minutos llegamos a dicho edificio, de planta rectangular, tejado de un agua de larga tramada, zócalo esquinazos y cadenas de sillería, presenta un aspecto remozado. Tras este edificio una carrasca de gran altura sobresale por el tejado. Severino Pallaruelo recoge esta construcción en su libro molinos del Alto Aragón, aporta también un detallado croquis de la distribución de los diferentes elementos, citamos algunos fragmentos de dicha bibliografía: "De casi 300 metros cuadrados de superficie. Cuenta con un buen torno de libra. A la derecha había un espacio para atar las bestias, un pesebre y también estaban los algorines. A la izquierda el ruello que deshacía las olivas movido por una mula que giraba y giraba. El gigantesco torno ocupa el fondo del local. La viga de 12 metros". En la fecha actual dicho edificio esta recuperado, con su piedra de moler, su torno, pilas para el aceite, algorines, el recinto en ocasiones acoge interesantes exposiciones.

Un hito de madera nos indica la licorera, le preguntamos a un vecino de la zona y nos dice que se trata de la construcción que se encuentra detrás del molino de aceite, nos comenta que hace muchos años se elaboraba anís. Nos acertamos hasta dicho edificio, de planta rectangular, zócalos esquinazos y cadenas de sillería, puerta de entrada bajo arco de medio punto. En la pared norte al ser zona de umbría las ventanas son más pequeñas, en la vertiente este son de mayor amplitud para aprovechar la calidez de los rayos solares. Anexo al edificio podemos ver la boca de un horno. En la vertiente oeste persisten los sillares de las primeras hileras del brocal de un pozo de planta circular. El edificio está en fase de reconstrucción, es propiedad particular.

Tomamos dirección sur hacia la población de Castilsabás, entre el verde oscuro de los campos de olivos, entre el verde del cereal, entre el gris de los aletargados almendros despojados de la viveza del colorido de sus caducas hojas y frutos. En la entrada del pueblo un gran litonero no ha podido resistir el paso del tiempo, la savia dejo de fluir por los vasos de sus ramas y troncos, no pudo resistir los fuertes embates del viento. Realizamos un recorrido por las calles de Castilsabás, observamos su caserío, arcos de medio punto, alguno de ellos de grandes dovelas dan acceso a las viviendas. Nos detenemos en el barrio del Medio, contemplamos las grandes dimensiones de casa Vallés, galerías sobre canes y ventanas juegan con la simetría, gran zócalo de sillería, tres plantas, en la vertiente este un rodillo troncocónico de piedra. Llegamos a la altura de la Iglesia dedicada a San Antonio Abad, citamos a Bizén D"o Río folleto editado por el ayuntamiento de Loporzano: "Edificio de tres naves de planta rectangular. Los cinco tramos están cubiertos con bóvedas de lunetos en la central y de aristas en las laterales. La torre constando de dos cuerpos cúbicos rematados por chapitel octogonal. Fecha de construcción 1728". En la parte alta del pueblo se emplaza el camposanto. Próximo también se encuentran restos de numerosas construcciones, que la maleza y el paso del tiempo van mimetizando. Desde este punto una vez más no podemos dejar de contemplar el mosaico multicolor del paisaje agrícola, con sus parcelas de cereal, los almendros y olivos alineados, el caserío de los núcleos de las poblaciones colindantes. De observadores pasamos a ser observados por dos construcciones de carácter defensivo: el castillo de Montearagón y la atalaya de Santa Eulalia.
Proseguimos con nuestro recorrido, detrás de la Iglesia un panel informativo nos indica la ermita del Viñedo pasando por las balsas, descendemos por la ladera, hoy toma tintes grisáceos del aletargado monte bajo, entre los numerosos muros de piedra seca que escalonan el talud para poder cultivarlo años atrás. Nos aproximamos a las balsas, una traslucida gruesa capa de hielo las cubre, escuchamos el murmullo de los juncos mecidos por la suave brisa, tonos marrones y ocres dan color el lienzo. Seguimos por la pista, llegamos a un cruce de caminos, hacia el sur nos indica Loporzano, nosotros tomamos dirección norte, nos detenemos para contemplar una vez más el paisaje, un grisáceo muro de piedra seca rematado por losas para impedir que entre en él el agua y el hielo dibuja la planta de una verde parcela de cereal, vamos levantando la vista, a mano derecha el caserío de Castilsabás, más al norte el caserío de Santa Eulalia la Mayor se encarama en una ladera, y sobre dicha población antes de que nuestra vista alcance el azul del cielo, destaca la pureza de un halo blanco de la nieve que envuelve la cima del Tozal de Guara con sus 2.077 m de altitud.

Unos días antes habíamos visitado el Museo de Huesca, entre las vitrinas dedicadas a la época ibérica (350-50 a.c) pudimos ver diferentes utensilios hallados en Castilsabás: hachas, azuelas, cinceles, llave, cazo, aguja, punzón, reja arado, azada, alcotana, mazo, espada, punta de flecha, de lanza, etc.
Antes de iniciar nuestro regreso una última mirada a la Sierra Guara, un blanco manto níveo la cubre, suavizando sus escarpes, ocultando el gris azulado de la caliza, reflejando en él la luz solar, realzando de este modo la pureza del lienzo. Los dorados rayos solares le devolverán el gris azulado, dejarán al descubierto las pedreras, la primavera la pintará de tonalidades amarillentas del erizón, allí esta la majestuosidad de la naturaleza mostrando sus dotes como artista.

FUENTE: J. Mariano SERAL. 18-04-2010.

Ermita de Nuestra Señora del Viñedo. Castilsabás
Edificio del Molino de Castilsabás
Molino de Aceite. Castilsabás. Foto: P. Lorenzo
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