Este molino para extraer aceite de oliva ha sido resturado parcialmente. Conserva las muelas para triturar las aceitunas, las prensas donde se metía la pasta resutante, el horno y los almacenes para guardar el aceite extraido y para guardar las aceitunas recolectadas (Trojes).
VILVESTRE Y SU ACEITE
De mucha fama fuera siempre el aceite de Vilvestre. Sus ancestrales medios de fabricación fueron la garantía de su pureza y virginidad.
Antiguos molinos de rodillos de piedra movidos por una viga unida a los animales normalmente vacas por más fuerza y sosiego, dando vueltas para moverlos. Unas “alpichineras” de granito que eran toda una obra de arte, una prensa con husillo de madera y sobre todo unas olivas recogidas a mano y depositadas en unas ”trojes” hechas con cualquier tipo de piedra rudimentaria y al sereno que hacían que el producto limpio y aclarado pasara a los rulos y luego hecho masa a los “capachos” que apilados y prensados hacían fluir con GENEROSIDAD el chorro del fruto al final de tantos y sudados trabajitos.
Todo ello hacía un producto: el aceite, al que hoy le llaman oro por su color de mejor vista para su venta, pero siempre nos pareció mejor aquella del molino “Abajo” o de “el del medio” o de “el de arriba” mas verdoso pero puro y limpio no había pasado por ningún proceso que restara calidad a su oloroso aroma y rico sabor.
Su fama llegaba a muchas partes, sobre todo a los pueblos cercanos que llegaban a Vilvestre. Se recuerdan los burritos y alforjas conteniendo por entonces las garrafas de cristal para comprar a ser posible “la condidura” para todo el año.