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Consumir grasas trans eleva el riesgo de depresión. EL ACEITE DE OLIVA EJERCE UN EFECTO PROTECTOR

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La ingesta de grasas trans y grasas saturadas aumenta el riesgo de sufrir depresión y el aceite de oliva, en cambio, protege frente a esta dolencia. Así lo ha comprobado un equipo de las universidades de Navarra y de Las Palmas de Gran Canaria, tras estudiar los datos de los 12.059 voluntarios que participan desde 1999 en el proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra), de quienes se han analizado la dieta, el estilo de vida y las enfermedades que sufrían al comienzo, en el transcurso y al final de este subestudio. Los resultados del trabajo se publican en el último número PLoS ONE. De este modo, se ha confirmado que, a pesar de que ningún voluntario sufría depresión al comienzo del análisis, al finalizarlo ya se habían detectado 657 nuevos casos.

"Los participantes con un elevado consumo de grasas tipo trans, las presentes de forma artificial en la bollería industrial y la comida rápida, y de forma natural en algunos productos lácteos enteros, presentaron un incremento del riesgo de depresión de un 40 por ciento cuando se les comparó con los participantes que no las consumían", asegura Almudena Sánchez-Villegas, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, primera autora del trabajo. * Se ha constatado una relación dosis-respuesta: "Cuantas más grasas trans se consumían, mayor efecto dañino causaban".

Por otro lado el equipo, dirigido por Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra, ha analizado la influencia de las grasas polinsaturadas, abundantes en pescados y aceites vegetales, y del aceite de oliva en la presencia de la enfermedad: "De hecho, descubrimos que este tipo de grasas más sanas, junto con el aceite de oliva, se asocian con una reducción del riesgo de sufrir depresión", subraya Martínez-González. En este sentido, el estudio corrobora la tesis de mayor incidencia de la enfermedad en países del norte de Europa respecto a países del sur, donde prevalece un patrón de dieta mediterráneo. Sin embargo, advierten de que en los últimos años la incidencia de la enfermedad ha aumentado, llegando a los 150 millones de personas afectadas en el mundo, donde ya es la principal causa de pérdida de años de vida en los países de renta per cápita media-alta. Esto se debe, según Sánchez Villegas, "a un cambio radical en las fuentes de grasas consumidas en las dietas occidentales, donde hemos sustituido algunos tipos de grasas beneficiosas por las saturadas y trans". Además, la investigación se ha realizado en una población con una ingesta baja de grasas tipo trans, ya que sólo suponían un 0,4 por ciento de la energía total ingerida por los participantes. "Pese a eso, observamos un incremento del riesgo de sufrir depresión cercano al 50 por ciento". Parece ser que tanto depresión como enfermedad cardiovascular están influidas de manera similar por la dieta y comparten un mecanismo parecido en el origen. Sánchez-Villegas ha apuntado que, "según los datos de algunos grupos, la dieta rica en grasas trans puede también estar vinculada con la aparición de cataratas".

Fuente: DIARIO MÉDICO.

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