Desde los tartesios, el consumo del aceite de oliva se ha venido difundiendo entre los habitantes de Andalucía. Romanos, musulmantes y los cristianos de la conquista y repoblación incentivaron el cultivo olivarero, que ha conocido fases de expansión y de crisis a lo largo de la historia. Desde la entrada de España en la UE, el sector ha conseguido importantes subvenciones comunitarias.